Debido al poco espacio del que dispongo y la condición de no basarme en las fuentes de la Revelación cristiana, trataré de exponer con mi propia razón una breve demostración de la existencia de Dios.
Toda mi fundamentación se basa en el principio de causa y efecto, y en esta se resume toda. Pero antes de partir de este punto, debemos conocer el presupuesto de que nosotros somos entes reales y que formamos parte de una realidad a la cual no estamos ajenos; ciertamente existimos y no por nosotros mismos, sino que hemos recibidos de otros el ser, así como todo lo que hoy podemos percibir con nuestros sentidos ha venido a existir como resultado de la contingencia de todo lo precedente. Es una ley lógica incuestionable que todo lo que comienza a existir tiene una causa que le dé la existencia, o simplemente como canta la voz popular “nada sale de la nada”, y esto es evidente; lo que antes no existía y luego llegó a existir, no pudiendo darse el ser a sí mismo, necesita a la vez de algo o alguien que le de la existencia. A este ser en sí mismo, único capaz de dar existencia a entes distintos de él y por tanto, no eternos, es al que llamo Dios. Pero, inmediatamente podría surgir un nuevo cuestionamiento válido: “Ya que se demuestra que todo cuanto existe tiene su origen en otro que le dio el ser, ¿cómo puede sostenerse que ese Ser -que se supone sea el principio de todo otro ser- no sea a la vez causado por otro en vez de ser –como se dice- causa incausada?” Esta cuestión puede ser igualmente resuelta con el ejercicio de la razón. Si siguiéramos una cadena ilimitada de causas que a la vez son causadas por otras causas, comprobamos que esta proposición nos lleva a una secuencia infinita regresiva de causa y efecto, lo cual es absurdo, pues habría que admitir que esta sucesión causa-efecto viene desde lo eterno; solución que no resuelve el problema y además es insostenible ya que ninguna causa causada puede ser eterna porque empieza a existir desde que es efecto de una causa anterior, y así cae sin resolver cualquier teoría que intente demostrar una regresión eterna de causa-efecto. Por tanto, se hace necesario un Ser que sea causa sin ser efecto a la vez. Solo esta puede ser la solución que satisface y explica lógica y coherentemente la cuestión del origen de toda existencia sin recurrir a una absurda sucesión eterna de causa y efecto. A este primer principio, Causa no causada y evidente por necesidad lógica es a lo que llamo Dios. Así, mirando a nuestro alrededor, partiendo de cualquier ente, podríamos llegar con la luz de la razón a deducir y explicar eficazmente la causa de todo cuanto existe y el ser mismo de Dios. Escrito el 4 de junio de 2009.
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AutorRubén de la Trinidad, misionero paúl (Congregación de la Misión), cubano. Estudiante de Teología. ArchivosCategorías
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